*Ver álbum de fotos al final del artículo.
Me llamo Juan Francisco Aguilar
Moreno y soy un morisco de 28 años que, por motivos educativos, económicos y
laborales, decidió un día dejar de jugar en las estrechas y escarpadas calles
de Almogía, mi pueblo, para caminar por las grandes avenidas cargadas de
historia de Berlín o por aquellas llenas de tradición centroeuropea de Múnich,
donde desde hace 3 meses resido.
Mi niñez se desarrolló entre la
conocida “Calle el Viento” y la Plaza de la Constitución. Cada tarde, multitud
de muchachos de diferentes edades nos reuníamos allí para jugar. Además, como
buen niño de Almogía, asistí a clase en el colegio Padre Miguel Sánchez y formé
parte durante casi 15 años de unas de las bandas de música que, día tras día,
son un referente musical para la provincia y Andalucía en general.
Ya desde temprana edad mostré
facilidad tanto para los números como para los idiomas y estoy seguro de que,
dichos detalles, marcaron un poco las pautas para que, en 2008, finalizase mis
estudios de Ing. Técnica de Telecomunicaciones y me interesara por el
aprendizaje de nuevas lenguas ya que éstas serían una herramienta importante
para mi futuro.
Mi primer cambio de residencia se
produjo en el verano de 2002 (3 meses antes de empezar la universidad) y vino a
través de una beca de idiomas que obtuve por parte del Ministerio de Educación.
Mi destino fue Dublín (Irlanda). Durante un mes completo estuve instalado en el
seno de una familia de la cual jamás podré olvidarme. Desde el primer momento
me hicieron sentir como en casa, uno más, y fueron tantas y tan buenas las
experiencias que pasé junto a ellos que, aún a día de hoy, mantengo el
contacto. Por otra parte, he de decir también que los irlandeses son una
cultura que no dista tanto de la nuestra a pesar de la distancia que nos
separa. Suelen ser gente sencilla, con grandes tradiciones y cargadas de
sentido del humor.
Fue en 2009, ya con mis estudios
de ingeniería finalizados y con la crisis económica en la portada de todas las
noticias cuando me empecé a plantear el aprender una lengua como la germana. De
todos es conocida su dificultad y el esfuerzo que esto conlleva pero, tras
consultar la opinión de familiares, amigos y conocidos dentro del sector,
además de conocer que Alemania contaba con una economía fuerte y una potente
industria tecnológica, la posibilidad de optar a una oportunidad allí quizás
era una de las mejores opciones que podía barajar.
Decidí entonces inscribirme en un
curso de alemán que la Junta de Andalucía ofrecía durante los 3 meses
estivales. Prácticamente ocupó todo mi tiempo durante ese verano. A pesar de
realizar algunas entrevistas en diversas empresas no conseguía pasar el proceso
de selección dada mi poca experiencia laboral en el sector. Una vez finalizado
éste y dado los buenos resultados conseguidos, la profesora me comunicó que
habían salido a concurso 10 plazas becadas para la realización de prácticas de
empresa en Alemania pero que debía prepararlo muchísimo puesto que el proceso
de selección iba a ser a nivel de Andalucía y la competencia bastante dura. Exámenes
psico-técnicos, lingüísticos y entrevistas de trabajo formaron parte de la
criba pero el 30 de Noviembre de ese mismo año estaba embarcado en un avión
rumbo a Berlín junto a 9 compañeros.
Allí nos esperaba quizás una de las
experiencias más extraordinarias a las que una persona puede optar
curricularmente hablando. Por delante teníamos 6 meses de convivencia con una
cultura, un idioma y unas tareas a las que nunca antes ninguno de nosotros nos
habíamos enfrentado. Lógicamente el miedo a lo desconocido y por supuesto al
idioma era lo que más presente estaba y lo que más nerviosos nos ponía.
En tan sólo 3 horas nos encontrábamos
aterrizando en la que, hasta hoy, ha sido para mí una de las ciudades más increíbles
que he podido conocer: Berlín. Berlín con más de 3.5 millones de habitantes
presume de ser una de las ciudades más modernas y cosmopolitas del mundo. Con
inmensas avenidas y calles cargadas de vida (dada la cantidad de culturas que
conviven en ellas) es en mi opinión, la ciudad que mejor resume la historia de
Europa en el s. XX por todos los momentos históricos que han acontecido en
ella. Capital del III Reich de Hitler1
y dividida por un monstruoso muro2 durante 28 años, es en nuestros
días una de las capitales con mejor calidad de vida por sus bajos precios,
rentas bajas, etc. comparadas con otras capitales como Londres, París, Roma o
Madrid.
Cómo he dicho, Berlín es una
capital cargada de vida, arte, historia y monumentos. En toda guía que se
precie se podría destacar:
- Puerta de Brandenburgo3 conocida
también como la “puerta a occidente” durante el periodo de la Guerra Fría
(1945-1989)
- El Reichstag4 (sede del parlamento alemán)
- La “East Side Gallery”5 o galería del lado este (más de
1.3 km de muro que actualmente queda en pie y que conforma la mayor galería de
arte al aire libre del mundo).
- El Monumento a los judíos de Europa asesinados6.
Gigantesca plaza convertida en memorial con 2711 bloques de hormigón a
diferentes alturas y que representa un gran monumento funerario. Estos bloques
se encuentran barnizados con un producto especial “anti-graffitis” que la
empresa que fabricaba el mortífero gas “Zyklon B”, que mató a millones de
personas en los campos de concentración, dona a la ciudad. De esta forma se
evita cualquier tipo de vandalismo que lo pueda deteriorar.
- La Torre de Televisión7.
La mayoría de ellos, símbolos de
la II Guerra Mundial así como de la Guerra Fría y la extinta DDR8,
se asoman sobre los bajos edificios de arquitectura comunista o centroeuropea
(según la parte de la ciudad en la que nos encontremos, Berlín Este u Oeste
respectivamente). Además, otra de la diferencia de estos años y con la que
cuenta esta ciudad, es que, a modo de curiosidad, la red de tranvías sólo
circula en la parte oriental con lo cual es muy fácil diferenciar en qué lugar
nos encontremos.
Desde el momento de mi llegada a
la ciudad estuve instalado en una residencia de estudiantes situada en el lado
occidental entre los barrios de Spandau9
y Charlottemburg-Wilmersdorf10.
Durante el primer mes asistí cotidianamente a clases de alemán y ya, a partir
del segundo, empecé a realizar funciones como técnico en una pequeña empresa
berlinesa. Ésta era una empresa dedicada a las Smart-Card o tarjetas
inteligentes y en ella, mis funciones principalmente eran la coordinación del
proceso de calidad y funcionamiento de los productos así como la gestión de una
pequeña cartera de clientes hispanohablantes con la que contaba la empresa.
Fue tras la finalización de las
prácticas y con Tamara (mi novia, que también había venido a buscar una
oportunidad puesto que también había finalizado sus estudios de Turismo) ya
instalada conmigo, cuando decidimos lanzarnos a la aventura. La beca había
concluido, no tenía su respaldo y además, la situación en España comenzaba a
apretar. Juntos comenzamos una intensiva búsqueda de trabajo y de vivienda ya
que, en ese momento, ninguno de los dos barajábamos la posibilidad de retornar
a casa dado el movimiento que el mercado alemán estaba experimentando.
En escasas semanas nos encontrábamos
instalados en un caluroso estudio en el barrio de Friedrichshain11 (Berlín Este) y en el que estaríamos
residiendo durante toda la estancia en la ciudad. Tamara por su parte había
encontrado un puesto empleada en un lujoso hotel de cuatro estrellas y yo otro
como recepcionista en uno de tres. La idea principal que rondaba nuestras
mentes era la de mejorar el idioma a toda prisa ya que era un detalle
imprescindible si alguna vez queríamos optar por un puesto más especializado y
acorde a nuestras titulaciones.
Sin dejar de buscar dicho cargo y
cumpliendo con estas obligaciones, nuestra vida en Berlín transcurría
armónicamente junto a nuestra “familia berlinesa” a los que debo mencionar:
amigos como Arturo Acosta (León), Nacho Sandoval (Madrid), Diana Pérez y
Antonio Serrano (Málaga) hicieron que esta experiencia tomase el color que hoy
día tiene y que nuestro paso por Berlín dejara una huella imborrable en
nuestras vidas.
Tres meses han pasado ya desde
que dejásemos atrás todo lo construido en la capital alemana y pegásemos el
salto hasta la ciudad de Múnich. Todo surgió como de sorpresa pero, por fin,
tras casi 2 años lejos de familiares y amigos, tenía la oportunidad de optar a
lo que había venido a buscar a Alemania: conseguir un puesto especializado y
formarme curricularmente. Actualmente desempeño un cargo de ingeniero en la
empresa automovilística BMW donde realizo tests de diagnosis y calidad de
software. Allí la competencia es muy fuerte y el nivel de exigencia y
dedicación tan extrema como una firma internacional como esa requiere.
Mi dominio con el lenguaje así
como las competencias formativas deben estar a la altura así que compagino mi
trabajo con un curso intensivo de alemán que la empresa ha puesto a mi
disposición con el objetivo de facilitarme la comunicación con los compañeros y
el resto de departamentos.
Múnich, con casi millón y medio
de habitantes y sede olímpica en 1972, combina tradición bávara y frenética
actividad siendo, a su vez, el motor financiero de Alemania debido a la cantidad
de empresas que tienen aquí su sede principal (BMW, Siemens, etc.). Conocida
por la calidad de su cerveza y por su Oktoberfest12
en Múnich y alrededores es imprescindible visitar:
- Das neue Rathaus13
(nuevo ayuntamiento de estilo neogótico) y su famoso carrillón.
- La Catedral de Nuestra Señora14 o Frauenkirche
- El Palacio Real15
- El Castillo de Neuschweinstein16 (situado en Füssen, una
pequeña población de los Alpes bávaros)
Sin duda, esta larga estancia y a
su vez experiencia, lejos de mi familia, amigos, mi pueblo y mi país me han
enseñado a comparar y por supuesto, a valorar positivamente, detalles que no se
aprecian habitualmente dentro del contexto natural de cada persona. Aspectos
como el carácter abierto de la gente, la comida, el clima y por supuesto el
calor familiar suelen añorarse con suma frecuencia.
Los alemanes son gente más
reservada pero a su vez, bastante bien educadas y respetuosas. Suelen hablarte
de “usted” desde el primer momento y además, lo normal es que a priori guarden
un poco la distancia (aunque afortunadamente gente de carácter abierto también
puede encontrarse en cualquier lugar del mundo). Por supuesto el sabor casero
de la comida está cada día presente en mi “melancolía personal”. Adoro comer y
cocinar pero, a pesar de que no se me da nada mal, considero que cualquier
plato, sea cual sea, no sabe igual y no se degusta de la misma forma como en
compañía de los tuyos.
Para concluir debo decir que, a
pesar de todas las añoranzas que acabo de narrar, de todo el cariño que se
pueda echar de menos y de todas las comodidades que en casa se puedan
disfrutar, lo volvería a hacer. Recomendaría a cualquier persona la experiencia
de conocer gente apasionante, de abrir la mente a nuevas costumbres y formas de
vivir y de visitar increíbles lugares.
“Toda la gama de la experiencia humana es tuya, y puedes disfrutarla,
si decides aventurarte en territorios que no te ofrecen garantías”. Wayne W.
Dyer
[2]
http://es.wikipedia.org/wiki/Muro_de_Berlín
[3]http://es.wikipedia.org/wiki/Puerta_de_Brandeburgo
[4]http://es.wikipedia.org/wiki/Reichstag_(parlamento_alemán)
[5]http://es.wikipedia.org/wiki/East_Side_Gallery
[6]http://es.wikipedia.org/wiki/Monumento_a_los_judios_de_Europa_asesinados
[7]http://es.wikipedia.org/wiki/Torre_de_Televisión_de_Berlin
[8]
http://es.wikipedia.org/wiki/República_Democrática_Alemana
[9]
http://es.wikipedia.org/wiki/Spandau
[10]
http://es.wikipedia.org/wiki/Charlottenburg-Wilmersdorf
[11]
http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrichshain
[12]
http://es.wikipedia.org/wiki/Oktoberfest
[13]
http://es.wikipedia.org/wiki/Nuevo_Ayuntamiento_(Múnich)
[14]
http://es.wikipedia.org/wiki/Catedral_de_Nuestra_Señora_de_Múnich
[15]
http://es.wikipedia.org/wiki/Residencia_de_Múnich
[16]
http://es.wikipedia.org/wiki/Neuschwanstein